domingo, 30 de noviembre de 2014

Un invitado no deseado

Cuando los sentimientos de celos y desconfianza llegan y se instalan, hacen sufrir mucho. Generan ansiedad y un dolor estéril. Estéril porque normalmente no obedece a nada. Pero explícaselo tú a quien los padece, que a su vez no es culpable de padecerlos.

En fin, una complicación enorme para la pareja; porque aquél a quien se cuestiona su conducta se siente injustamente tratado y se encuentra ante la necesidad de dar explicaciones por cosas que normalmente no tienen ninguna segunda intención y sobre las que no considera que deba explicarse.
Pero debe hacerlo, y ¡vaya si debe hacerlo! Porque si no, la otra persona ve confirmadas sus sospechas y crece ese globo de inquietud y sospecha que tanto daño hace, dentro y fuera. Dentro por el sufrimiento personal y fuera porque habitualmente tensa la relación y provoca discusiones difíciles de cerrar.

Cimentar la confianza entre los dos será el único antídoto que podamos encontrar para remontar situaciones como ésta. Derrochar horas de conversación en las que nos abramos en canal el uno al otro. No abordando el tema que nos hace sentirnos incómodos sino todo en general. Es momento de invertir en hablar y hablar mucho. En compartir de verdad nuestras vidas. En poner en escena ese tu eres lo principal en mi vida                                                          
Así, con ese rodaje de horas juntos hablando a fondo, se irán disipando los nubarrones de las dudas y susceptibilidades.
Además, hay que aprender a desdramatizar. Evitar sentirse ofendido por esas sospechas, que en realidad con frecuencia no lo son, tan solo manifiestan inseguridad en quien las padece. Y además de restarle importancia, si están ya retejiendo su confianza a base de diálogo profundo, quizás se sienta cómodo como para decirle:
“Oye, vale ya, que de esto ya hemos hablado y sabemos que no lleva a ninguna parte, a ninguna parte buena, vamos…”
Y así quizás ayude a su pareja a cortar con esos pensamientos, que 
como decíamos pueden fácilmente convertirse en obsesivos. 


Quien padece los sentimientos de celos tendrá que trabajar el autocontrol. Para eso, el ejercicio de STOP mental a estos pensamientos tan negativos y buscar la distracción de la cabeza en esas circunstancias, además de llenarse del otro cada vez que estemos juntos puede funcionar muy bien.  

Y por último, la otra persona tendrá que recortar quizás algo de su conducta externa, sin caer en la camisa de fuerza que le oprima y le asfixie, pero si que es cierto que tratará de que su modo de actuar no desencadene gratuitamente esos fatales sentimientos en su pareja. A veces será controlar un poco la expresividad con las personas del otro sexo; en otras ocasiones será importante cuidar la vanidad; no tratar de ir por la vida despertando admiración; y lo que es mejor, buscar sobre todo en nuestra pareja el reconocimiento y el halago que realmente nos hace sentir tan bien…


Porque la admiración mutua es un valor esencial en las relaciones de pareja más robustas; y por eso fomentando esa actitud entre los dos, matamos muchos pájaros de un tiro.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Una última oportunidad

Hablas con alguien que te dice que está seco por dentro. Que no ve nada que le anime a seguir con la relación. Que los sentimientos hace tiempo que se fueron con billete de ida. No sabes qué decir.

Es difícil ayudar a esa persona a poner emoción en algo que ahora sólo tiene dimensión de obligación. Y sin embargo tantas veces ellos y ellas se presentan convencidos de que “merece la pena darse una última oportunidad”. En cierto modo puede ser para quedarse con la conciencia tranquila pensando que –ya he hecho todo lo que estaba en mi mano-. Otras veces es el no al fracaso lo que puede estar detrás. En otras ocasiones será la familia, las convicciones personales, etc.

Pero creo que con frecuencia hay un sentido de justicia que aflora en situaciones de electrocardiograma plano. Y vale la pena detenerse en lo que puede mover a una persona en estas circunstancias:

“Al fin y al cabo nos metimos en esto porque quisimos, los dos, totalmente convencidos. Queríamos crear un hogar juntos. Los hijos también llegaron porque a los dos nos apetecía mucho tener una familia. Entonces, ahora que veo que hay que desmontarlo, supongo que tendré que darle una oportunidad. Creo que se la debo. Es de justicia. Él no quiere dejarlo y yo no le puedo negar este último esfuerzo. Trataré de poner toda la carne en el asador. Aunque tengo muy poca confianza en que esto salga a flote.”

Pues sí, Ana. Piensas bien al decir esto. Os lo debéis el uno al otro.


Y a todos los que no somos Ana, nos puede servir la idea de recordar siempre que somos dos, y que tenemos que seguirlo siendo siempre en las cosas grandes y en las pequeñas. 
Que tenemos que actuar siempre pensando en el otro cada vez que tomemos una decisión. 
No es que nos aniquilemos, es sencillamente que pasamos nuestras decisiones, las que afectan a nuestra vida de pareja, de familia, por el tamiz del otro. 
Así mantenemos las cuatro ruedas en paralelo y no habrá accidentes.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Que vuestras relaciones sean un "win-win"

El otro día me invitaron a hablar ante un grupo de parejas sobre la sexualidad, haciendo especial referencia a las diferencias entre él y ella. Porque las hay, y vaya que las hay.

El problema es que de esto no hablamos con casi nadie, ni siquiera con nuestra pareja. Y por eso vamos tantas veces a ciegas, sin entender porqué reacciona así, o sin saber si lo que me pasa es normal, si tiene remedio…

Les animaba, y os animo, a poner este tema sobre la mesa siempre que sea necesario. Habladlo y habladlo a fondo. No pactéis con nada que no queráis que os acompañe el resto de vuestra vida. Porque vuestras relaciones serán de tanta calidad como lo sea vuestra cercanía, vuestra compenetración, vuestra intimidad y en definitiva vuestra comunicación en este terreno.

Y por último, no olvidemos en ningún momento que nos entregamos al otro, a la otra, para hacerle sumamente feliz, como en el resto de las parcelas de nuestra vida.

Si nos planteamos nuestra relación sexual como un encuentro en el que voy a buscar la mayor felicidad del otro, habremos matado muchos pájaros de un tiro: saldremos más unidos, más enamorados, más generosos y más volcados en el otro.


Y como somos personas y todos esos sentimientos nos hacen sentir muy bien, se unirán al placer físico y la relación será también para nosotros mucho más satisfactoria. Un win-win.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Como al principio…

Es bueno volver a los comienzos. En todo. Nos hace mucho bien pensar por qué me metí en este lío. 

En nuestra relación también. Cómo nos recoloca de bien volver a la casilla de salida, donde todo estaba muy claro. No sabes lo bien que funciona este ejercicio. Bien hecho, puede devolver la alegría de estar juntos, la ilusión por llegar a casa, las ganas de escaparse los dos solos. Podemos así recuperar el buen sabor de la entrega del uno al otro que llene y sostenga nuestra vida.


Ponte la siguiente tarea: busca un rato tranquilo y aíslate. Papel y lápiz en mano, escribe una lista de las cosas que te enamoraron en su día. Deja volar tu imaginación y tu memoria. Que regrese a esos momentos. Quizás hayan pasado ya unos años, pero no es ciencia ficción. 
Aquello lo pensaste. Así te sentiste. 

Deja que vayan cogiendo fuerza en ti esos recuerdos. Que cobren vida. Y después proponte mirar a la persona que quieres con esa mirada de entonces. Verás como sigues descubriendo mucho de lo que te enamoró. Nublado quizás por otras muchas cosas que se han cruzado en el camino. 

Soplad fuerte entre los dos. Díselo y hacedlo juntos. Seguro que disipáis esas nubes y volvéis a ver el cielo claro y limpio.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Actualiza tu compromiso

El ser humano en sus afectos tiende a la totalidad. Es ley natural. Del mismo modo que buscamos la felicidad como tendencia natural, buscamos también un amor completo, sin orillas. 

No se quiere a alguien "mientras nos riamos juntos”, o “un rato” , o “hasta el verano que viene”. Se ama con el corazón y este órgano no conoce de plazos ni condiciones. Es un músculo que se pone en marcha, se activa y confía en el buen gobierno de la cabeza sobre él.

El amor comprometido, sin duda sale al paso del deseo más profundo del corazón humano que anhela amar y ser amado sin condiciones. Que me quieran como soy y por quien soy es lo más fabuloso que nos puede pasar, ¿no crees?

Ahora bien, el compromiso está sobre todo para vivirlo en primera persona, es decir, yo me comprometo contigo, voy a estar a tu lado, te aseguro mi amor y mi apoyo constante. Y haré todo lo que esté en mi mano para vivir cada día de acuerdo a esta afirmación que ahora te hago. 

Digo en primera persona porque si los dos lo viven así, todo irá sobre ruedas. El problema aparece cuando uno de los dos asumiendo que el otro estará ahí en cualquier caso, pase lo que pase, comienza a actuar descuidando su propio compromiso. Y la persona con la que se había comprometido deja de ser lo primero…y así, poco a poco, empieza a vivir su relación a costa del compromiso del otro. Que obviamente al no verse correspondido, puede empezar a aflojar también.


Revisa hoy tu compromiso. Actualiza tu esfuerzo diario por vivir pendiente del otro y de vuestra relación. Mantenlo en el primer puesto del ranking de tus prioridades.