domingo, 1 de febrero de 2015

DOS CABEZAS DE FAMILIA

Parece que ya en pleno siglo XXI hablar de la igualdad en casa debería sobrar.
Ellos y ellas trabajan dentro y fuera de casa y se organizan como pueden o como saben.
Es verdad que el INE nos cuenta que la mujer sigue dedicando más tiempo por término medio que el hombre a las tareas domésticas y eso, a priori, indica que los hispanos tenemos  un camino  que recorrer a la hora de asumir tareas en casa.
Todavía se oye demasiado la frase
“no, si yo ayudo bastante”
Como si se tratara de echar una mano al vecino.
Mire usted, si va por la calle y ve un paisano a quien se le ha estropeado el coche y trata de arrancarlo empujándolo calle abajo, a él sí que puede decirle aquello de
“quiere que le ayude?”
Porque el coche es suyo y el problema de que se haya averiado también es suyo.
Pero en casa no estamos en ese contexto.
El hogar es de los dos, y por tanto la responsabilidad sobre lo que allí pasa es también de los dos.
Eso sí, sin escuadra y cartabón.
No se trata de igualar en porcentajes. Habrá que ver la disponibilidad de tiempo que tienen cada uno en casa. Sin olvidar que muchas veces si uno de los dos tiene más disponibilidad, es porque ha tomado la  decisión de limitar su entrega al trabajo para poder atender más y mejor a su familia.
Y esto hay que agradecerlo y recordarlo siempre.

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