Otras veces es ella la que siente que no hace nada bien, porque todo lo que recibe son comentarios negativos, críticas...todo alejado del reconocimiento.
Y el problema es que para él ella es su espejo, y para ella lo es él.
Es decir, el eco de lo que yo hago me lo da como resuena en ella. Y ella percibirá lo que yo hago dependiendo de cómo me mire.
Por eso empezaba diciendo que todo depende de la mirada.
Si miras con indulgencia, tratando de comprender, incluso a veces de justificar, lo que percibas será más positivo. Y por lo tanto el eco que devuelvas será también gratificante.
Quizás la comprensión hacia el otro empieza por saber que yo mismo soy muy limitado, y puedo hacer las cosas bastante mal.
Este es el antídoto a la mirada severa, dura, exigente, que no pasa ni una.
Y se puede cambiar. Claro que se puede cambiar en esto. No hay mas que pensar en tanta ocasiones en que hemos sido mirados con buenos ojos.
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